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Libre te quiero

Libre te quiero, como arroyo que brinca de peña en peña. Pero no mía. Grande te quiero, como monte preñado de primavera. Pero no mía. Buena te quiero, como pan que no sabe su masa buena. Pero no mía. Alta te quiero, como chopo que en el cielo se despereza. Pero no mía. Blanca te quiero, como flor de azahares sobre la tierra. Pero no mía. Pero no mía ni de Dios ni de nadie ni tuya siquiera. Agustín García Calvo

Extracto capítulo VI

—¿Y ésas son...? —preguntó lord Henry mientras se servía un poco de ensalada. —Pues tus teorías sobre la vida, tus teorías sobre el amor, tus teorías sobre el placer. En realidad todas tus teorías, Harry. —El placer es lo único que tiene algún valor para hacer una teoría sobre él  — contestó Harry con su voz lenta y melodiosa — . Pero me temo que no puedo proclamar mi teoría como mía propia. Pertenece a la naturaleza, no a mí. El placer es el examen de la naturaleza, su signo de aprobación. Cuando somos felices somos buenos, pero cuando somos buenos no siempre somos felices. —¡Ah! ¿Pero, qué quieres decir con bueno?  — exclamó Basil Hallward. —Sí  — repitió Dorian, echándose para atrás en la silla y mirando a lord Henry por entre espesos ramos de lirios púrpuras que estaban colocados en el centro de la mesa — , ¿qué quieres decir con bueno, Harry? —Ser bueno es estar en armonía con uno mismo  — replicó tocando el fino borde de su vaso con sus dedos pálidos y delgados — . La d

Extracto capítulo IX

—Alto, Basil! ¡No te escucharé!  — gritó Dorian poniéndose en pie de un salto — . No tienes que decirme nada. Lo que está hecho, hecho está. Lo que es pasado es pasado. —¿Llamas pasado al día de ayer? —¿Qué tiene que ver con eso el verdadero paso del tiempo? Sólo la gente superficial que necesita años para deshacerse de una emoción. Un hombre que es maestro de sí mismo puede terminar una pena con tanta facilidad como puede inventar un placer. No quiero estar a merced de mis emociones. Quiero utilizarlas, reírme de ellas y dominarlas. [El retrato de Dorian Gray] Oscar Wilde .

Poniendo y quitando

Esperaba el autobús, llovía. Por fin llegó, subí la escalera, sólo quería sentarme donde fuera; pagué y me senté mientras llegaba a mi parada, no imaginaba que no me iría aunque me bajara. Miré a mi lado, ¡hostia! allí estaba ese ángel en el autobús que se levantaba. Por primera vez me alegré de no tener carnet , y la polla se me puso más dura que la pared. Que hermoso fue mirarme en esos ojos orgullosos, buscar un nexo, verla bajar andando como el sexo volviendo la cabeza hacia donde me sentaba mientras se me gravaba cada rasgo de su cara. Es verdad, pueden tomarte el corazón como rehén, matarlo también, fingiendo que no te ven. Se puede ser del sur y haber perdido el norte, hacer que nadie te soporte por no haber tenido un golpe, Y eso que nunca pensé en escribir sobre estas cosas , pero lo hice. Nunca pensé en regalar rosas . Solamente recuerdo dejar palabras verdaderas que no puedo respaldar con dinero en la cartera. ¿Lo recibes?, esto es la misma onda. Cambia

¿Te ríes?...

Yo sé cuál el objeto de tus suspiros es; yo conozco la causa de tu dulce secreta languidez. ¿Te ríes?... Algún día sabrás, niña, por qué. Tú acaso lo sospechas, y yo lo sé. Yo sé cuándo tú sueñas, y lo que en sueños ves; como en un libro, puedo lo que callas en tu frente leer. ¿Te ríes?... Algún día sabrás, niña, por qué. Tú acaso lo sospechas, y yo lo sé. Yo sé por qué sonríes y lloras a la vez; yo penetro en los senos misteriosos de tu alma de mujer. ¿Te ríes? ... Algún día sabrás, niña, por qué; mientras tú sientes mucho y nada sabes, yo, que no siento ya, todo lo sé. Gustavo Adolfo Bécquer

Muere lentamente

Muere lentamente quien no viaja, quien no lee, quien no oye música quien no encuentra gracia en sí mismo. Muere lentamente quien destruye su amor propio, quien no se deja ayudar. Muere lentamente quien se transforma en esclavo del hábito repitiendo todos los días los mismos trayectos, quien no cambia de marca, no se atreve a cambiar el color de su vestimenta o bien no conversa con quien no conoce. Muere lentamente quien evita una pasión y su remolino de emociones, justamente éstas que regresan el brillo a los ojos y restauran los corazones destrozados. Muere lentamente quien no gira el volante cuando está infeliz con su trabajo, o su amor, quien no arriesga lo cierto ni lo incierto para ir atrás de un sueño quien no se permite, ni siquiera una vez en su vida, huir de los consejos sensatos... ¡Vive hoy! ¡Arriesga hoy! ¡Hazlo hoy! ¡No te dejes morir lentamente! ¡No te impidas ser feliz! Pablo Neruda

Rostro de vos

Tengo una soledad tan concurrida tan llena de nostalgias y de rostros de vos de adioses hace tiempo y besos bienvenidos de primeras de cambio y de último vagón. Tengo una soledad tan concurrida que puedo organizarla como una procesión por colores tamaños y promesas por época por tacto y por sabor. Sin un temblor de más, me abrazo a tus ausencias que asisten y me asisten con mi rostro de vos. Estoy lleno de sombras de noches y deseos de risas y de alguna maldición. Mis huéspedes concurren , concurren como sueños con sus rencores nuevos su falta de candor . Yo les pongo una escoba tras la puerta porque quiero estar solo con mi rostro de vos. Pero el rostro de vos mira a otra parte con sus ojos de amor que ya no aman como víveres que buscan a su hambre miran y miran y apagan mi jornada. Las paredes se van queda la noche las nostalgias se van no queda nada. Ya mi rostro de vos cierra los ojos y es una soledad tan desolada. Mario Be

Dicotomía incruenta

Siempre llega mi mano más tarde que otra mano que se mezcla a la mía y forman una mano. Cuando voy a sentarme advierto que mi cuerpo se sienta en otro cuerpo que acaba de sentarse adonde yo me siento. Y en el preciso instante de entrar en una casa, descubro que ya estaba antes de haber llegado. Por eso es muy posible que no asista a mi entierro, y que mientras me rieguen de lugares comunes, ya me encuentre en la tumba, vestido de esqueleto, bostezando los tópicos y los llantos fingidos. Oliverio Girondo

Comunión plenaria

Los nervios se me adhieren al barro, a las paredes, abrazan los ramajes, penetran en la tierra, se esparcen por el aire, hasta alcanzar el cielo. El mármol, los caballos tienen mis propias venas. Cualquier dolor lastima mi carne, mi esqueleto. ¡Las veces que me he muerto al ver matar un toro!... Si diviso una nube debo emprender el vuelo. Si una mujer se acuesta yo me acuesto con ella. Cuántas veces me he dicho: ¿Seré yo esa piedra? Nunca sigo un cadáver sin quedarme a su lado. Cuando ponen un huevo, yo también cacareo. Basta que alguien me piense para ser un recuerdo. [Persuasión de los días] Olvierio Girondo.

No te salves

No te quedes inmóvil al borde del camino no congeles el júbilo no quieras con desgana no te salves ahora ni nunca no te salves no te llenes de calma no reserves del mundo sólo un rincón tranquilo no dejes caer los párpados pesados como juicios no te quedes sin labios no te duermas sin sueño no te pienses sin sangre no te juzgues sin tiempo pero si pese a todo no puedes evitarlo y congelas el júbilo y quieres con desgana y te salvas ahora y te llenas de calma y reservas del mundo sólo un rincón tranquilo y dejas caer los párpados pesados como juicios y te secas sin labios y te duermes sin sueño y te piensas sin sangre y te juzgas sin tiempo y te quedas inmóvil al borde del camino y te salvas entonces no te quedes conmigo. Mario Benedetti

Táctica y estrategia

Mi táctica es mirarte aprender como sos quererte como sos mi táctica es hablarte y escucharte construir con palabras un puente indestructible mi táctica es quedarme en tu recuerdo no sé cómo ni sé con qué pretexto pero quedarme en vos mi táctica es ser franco y saber que sos franca y que no nos vendamos simulacros para que entre los dos no haya telón ni abismos mi estrategia es en cambio más profunda y más simple mi estrategia es que un día cualquiera no sé cómo ni sé con qué pretexto por fin me necesites Mario Benedetti

No sé, me importa un pito que las mujeres

No sé, me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o papel de lija. Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de soportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias; ¡pero eso sí! -y en esto soy irreductible- no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme! Ésta fue -y no otra- la razón de que me enamorase, tan locamente, de María Luisa. ¿Qué me importaban sus labios por entregas y sus encelos sulfurosos? ¿Qué me importaban sus extremidades de palmípedo y sus miradas de pronóstico reservado? ¡María Luisa era una verdadera pluma! Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina, volaba del comedor a la despensa. Volando me preparaba el baño, la camisa. Volando realizaba sus compras, sus quehaceres... ¡Con qué impaci

Que los ruidos te perforen los dientes

Que los ruidos te perforen los dientes, como una lima de dentista, y la memoria se te llene de herrumbre, de olores descompuestos y de palabras rotas. Que te crezca, en cada uno de los poros, una pata de araña; que solo puedas alimentarte de barajas usadas y que el sueño te reduzca, como una aplanadora, al espesor de tu retrato. Que al salir a la calle, hasta los faroles te corran a patadas; que un fanatismo irresistible te obligue a prosternarte ante los tachos de basura y que todos los habitantes de la ciudad te confundan con un madero. Que cuando quieras decir: "Mi amor", digas: "Pescado frito"; que tus manos intenten extrangularte a cada rato, y que en vez de tirar el cigarrillo, seas tú el que te arrojes en las salivaderas. Que tu mujer te engañe hasta con los buzones; que al acostarse junto a ti se metamorfosee en sanguijuela y que después de parir un cuervo, alumbre una llave inglesa. Que tu familia se divierta en deformarte el esqueleto, para que los espejos

VIII - Advertencia al pintor

El pintor debe ser universal y amante de la soledad; debe considerar lo que mira, y raciocinar consigo mismo, eligiendo las partes más excelentes de todas las cosas que ve; haciendo como el espejo que se transmuta en tantos colores como se le ponen delante; y de esta manera parecerá una segunda naturaleza. [Tratado de pintura] Leonardo da Vinci

V - Precepto al pintor

De ningún modo merece alabanza el pintor que sólo sabe hacer una cosa, como un desnudo, una cabeza, los pliegues, animales, paisajes u otras cosas particulares de este tenor; pues no habrá ingenio tan torpe, que aplicado a una cosa sola, practicándola continuamente, no consiga ejecutarla bien. [Tratado de pintura] Leonardo da Vinci

Creencias

Uno de los misterios del cerebro humano consiste en que un premio Nobel de física puede ser miembro al mismo tiempo de la secta de la Lagartija Dorada. A lo largo de la evolución de nuestra especie el córtex, donde radica la inteligencia, se sobrepuso a los bulbos del límbico, que gobiernan nuestras emociones. Desde ese momento la ciencia y las creencias han seguido caminos dispares, con el ángulo cada día más abierto, pero ciertos individuos tienen la capacidad de vivir con ese ángulo cerrado sin experimentar ninguna contradicción: pueden investigar en un laboratorio la aplicación de las células madre y pertenecer a la Adoración Nocturna, ser expertos en biología molecular y ponerse un capirote de nazareno para llevar en andas a una Dolorosa atravesada por siete espadas. No obstante, hay que andar con cuidado con este tipo de gente. Se comportan de forma pacífica y racional si pones en cuestión cualquier problema científico; en cambio se convierten en seres muy agresivos

En paz

Artifex vitae artifex sui Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, Vida, porque nunca me diste ni esperanza fallida, ni trabajos injustos, ni pena inmerecida; porque veo al final de mi rudo camino que yo fui el arquitecto de mi propio destino; que si extraje la miel o la hiel de las cosas, fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas: cuando planté rosales coseché siempre rosas. Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno: ¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno! Hallé sin duda largas las noches de mis penas; mas no me prometiste tan sólo noches buenas; y en cambio tuve algunas santamente serenas... Amé, fui amado, el sol acarició mi faz. ¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz! Amado Nervo

LXXIX

Una mujer me ha envenenado el alma, otra mujer me ha envenenado el cuerpo; ninguna de las dos vino a buscarme, yo de ninguna de las dos me quejo. Como el mundo es redondo, el mundo rueda. Si mañana, rodando, este veneno envenena a su vez ¿por qué acusarme? ¿Puedo dar más de lo que a mí me dieron? [Rimas] Bécquer

XXVII

Despierta, tiemblo al mirarte, dormida, me atrevo a verte; por eso, alma de mi alma, yo velo mientras tú duermes. Despierta ríes y al reír tus labios inquietos me parecen relámpagos de grana que serpean sobre un cielo de nieve. Dormida, los extremos de tu boca pliega sonrisa leve, suave como el rastro luminoso que deja un sol que muere. ¡Duerme! Despierta miras y al mirar, tus ojos húmedos resplandecen, como la onda azul en cuya cresta chispeando el sol hiere. Al través de tus párpados, dormida, tranquilo fulgor vierten, cual derrama de luz templado rayo lámpara transparente. ¡Duerme! Despierta hablas y al hablar, vibrantes tus palabras parecen lluvia de perlas que en dorada copa se derrama a torrentes. Dormida en el murmullo de tu aliento acompasado y tenue escucho yo un poema que mi alma enamorada entiende. ¡Duerme! Sobre el corazón la mano me he puesto porque no suene su latido y de la noche turbe la calma solemne. De tu balcón las persianas cerré ya porque no entre el resplandor en

XXIII

Por una mirada, un mundo; por una sonrisa, un cielo; por un beso... ¡yo no sé qué te diera por un beso! [Rimas] Bécquer

XXI

¿Qué es poesía?, dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul; ¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo preguntas? Poesía...eres tú. [Rimas] Bécquer

XI

-Yo soy ardiente, yo soy morena, yo soy el símbolo de la pasión, de ansia de goces mi alma está llena. ¿A mí me buscas? -No es a ti: no. -Mi frente es pálida, mis trenzas de oro, puedo brindarte dichas sin fin. Yo de ternura guardo un tesoro. ¿A mí me llamas? -No: no es a ti. -Yo soy un sueño, un imposible, vano fantasma de niebla y luz; soy incorpórea, soy intangible: no puedo amarte. -Oh, ven; ven tú! [Rimas] Bécquer

IV

No digáis que agotado su tesoro, de asuntos falta, enmudeció la lira; podrá no haber poetas; pero siempre habrá poesía. Mientras las ondas de la luz al beso palpiten encendidas, mientras el sol las desgarradas nubes de fuego y oro vista, mientras el aire en su regazo lleve perfumes y armonías, mientras haya en el mundo primavera, ¡habrá poesía! Mientras la humana ciencia no descubra las fuentes de la vida, y en el mar o en el cielo haya un abismo que al cálculo resista, mientras la humanidad siempre avanzando no sepa a do camina, mientras haya un misterio para el hombre, ¡habrá poesía! Mientras se sienta que se ríe el alma, sin que los labios rían; mientras se llore, sin que el llanto acuda a nublar la pupila; mientras el corazón y la cabeza batallando prosigan, mientras haya esperanzas y recuerdos, ¡habrá poesía! Mientras haya unos ojos que reflejen los ojos que los miran, mientras responda el labio suspirando al labio que suspira, mientras sentirse puedan en un beso dos almas confun

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Escribir por ejemplo: "La noche está estrellada, y tiritan, azules, los astros, a lo lejos". El viento de la noche gira en el cielo y canta. Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Yo la quise, y a veces ella también me quiso. En las noches como ésta la tuve entre mis brazos. La besé tantas veces bajo el cielo infinito. Ella me quiso, a veces yo también la quería. Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos. Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido. Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella. Y el verso cae al alma como al pasto el rocío. Qué importa que mi amor no pudiera guardarla. La noche está estrellada y ella no está conmigo. Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos. Mi alma no se contenta con haberla perdido. Como para acercarla mi mirada la busca. Mi corazón la busca, y ella no está conmigo. La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente

Me gustas cuando callas porque estás como ausente, y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca. Parece que los ojos se te hubieran volado y parece que un beso te cerrara la boca. Como todas las cosas están llenas de mi alma, emerges de las cosas, llena de alma mía. Mariposa de sueño, te pareces a mi alma, y te pareces a la palabra melancolía. Me gustas cuando callas y estás como distante. Y estás como quejándote, mariposa en arrullo. Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza: déjame que me calle con el silencio tuyo. Déjame que te hable también con tu silencio claro como una lámpara, simple como un anillo. Eres como la noche, callada y constelada. Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo. Me gustas cuando callas porque estás como ausente. Distante y dolorosa como si hubieras muerto. Una palabra entonces, una sonrisa bastan. Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto. [Veinte poemas de amor y una canción desesperada] Pablo Neruda

Hemos perdido aun este crepúsculo

Hemos perdido aun este crepúsculo. Nadie nos vio esta tarde con las manos unidas mientras la noche azul caía sobre el mundo. He visto desde mi ventana la fiesta del poniente en los cerros lejanos. A veces como una moneda se encendía un pedazo de sol entre mis manos. Yo te recordaba con el alma apretada de esa tristeza que tú me conoces. Entonces, dónde estabas? Entre qué gentes? Diciendo qué palabras? Por qué se me vendrá todo el amor de golpe cuando me siento triste, y te siento lejana? Cayó el libro que siempre se toma en el crepúsculo, y como un perro herido rodó a mis pies mi capa. Siempre, siempre te alejas en las tardes hacia donde el crepúsculo corre borrando estatuas. [Veinte poemas de amor y una canción desesperada] Pablo Neruda

Para que tú me oigas

Para que tú me oigas mis palabras se adelgazan a veces como las huellas de las gaviotas en las playas. Collar, cascabel ebrio para tus manos suaves como las uvas. Y las miro lejanas mis palabras. Más que mías son tuyas. Van trepando en mi viejo dolor como las yedras. Ellas trepan así por las paredes húmedas. Eres tú la culpable de este juego sangriento. Ellas están huyendo de mi guarida oscura. Todo lo llenas tú, todo lo llenas. Antes que tú poblaron la soledad que ocupas, y están acostumbradas más que tú a mi tristeza. Ahora quiero que digan lo que quiero decirte para que tú las oigas como quiero que me oigas. El viento de la angustia aún las suele arrastrar. Huracanes de sueños aún a veces las tumban. Escuchas otras voces en mi voz dolorida. Llanto de viejas bocas, sangre de viejas súplicas. Ámame, compañera, en esa ola de angustia. Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras. Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas. Voy haciendo de todas un collar infinito

Se ahogará

Me hizo entrar con él en su habitación, donde olía fuertemente a tabaco; sacó un libro de un montón de ellos, hojeó, buscó... -Ésta también está bien, muy bien -dijo-; escuche usted la frase: "Hay que estar orgulloso del dolor; todo dolor es un recuerdo de nuestra condición elevada." ¡Magnífico! ¡Ochenta años antes que Nietzsche! Pero no es ésta la sentencia a la que yo me refería; espere usted, aquí la tengo. Vea: "La mayor parte de los hombres no quieren nadar antes de saber." ¿No es esto espiritual? ¡No quieren nadar, naturalmente! Han nacido para la tierra, no para el agua. Y, naturalmente, no quieren pensar; como que han sido creados para la vida, ¡no para pensar! Claro, y el que piensa, el que hace del pensar lo principal, ése podrá acaso llegar muy lejos en esto; pero ése precisamente ha confundido la tierra con el agua, y un día u otro se ahogará. [El lobo estepario] Hermann Hesse

Canción otoñal

Hoy siento en el corazón un vago temblor de estrellas, pero mi senda se pierde en el alma de la niebla. La luz me troncha las alas y el dolor de mi tristeza va mojando los recuerdos en la fuente de la idea. Todas las rosas son blancas, tan blancas como mi pena, y no son las rosas blancas, que ha nevado sobre ellas. Antes tuvieron el iris. También sobre el alma nieva. La nieve del alma tiene copos de besos y escenas que se hundieron en la sombra o en la luz del que las piensa. La nieve cae de las rosas pero la del alma queda, y la garra de los años hace un sudario con ellas. ¿Se deshelará la nieve cuando la muerte nos lleva? ¿O después habrá otra nieve y otras rosas más perfectas? ¿Será la paz con nosotros como Cristo nos enseña? ¿O nunca será posible la solución del problema? ¿Y si el Amor nos engaña? ¿Quién la vida nos alienta si el crepúsculo nos hunde en la verdadera ciencia del Bien que quizá no exista y del Mal que late cerca? ¿Si la esperanza se apaga y la Babel se comienza qué a

Madrigal de verano

Junta tu roja boca con la mía, ¡Oh, Estrella la gitana! Bajo el oro solar del mediodía morderé la manzana. En el verde olivar de la colina, hay una torre mora del color de tu carne campesina que sabe a miel y aurora. Me ofreces en tu cuerpo requemado, el divino alimento que da flores al cauce sosegado y luceros al viento. ¿Cómo a mí te entregaste, luz morena? ¿Por qué me diste llenos de amor tu sexo de azucena y el rumor de tus senos? ¿No fue por mi figura entristecida? (¡Oh, mis torpes andares!) ¿Te dio lástima acaso de mi vida, marchita de cantares? ¿Cómo no has preferido a mis lamentos los muslos sudorosos de un San Cristóbal campesino, lentos en el amor y hermosos? Denaide del placer eres conmigo. Femenino Silvano. Huelen tus besos como huele el trigo Reseco del verano. Entúrbiame los ojos con tu canto. Deja tu cabellera extendida y solemne como un manto de sombra en la pradera. Píntame con tu boca ensangrentada un cielo del amor, en un fondo de carne la morada estrella de dolor. M

El sentido de las palabras vacías

No es fácil abordar los límites del concepto de libertad, tan importante para la educación y el territorio en el que se nutre y alienta. Uno de los males, si me es permitido hablar en este tono levemente pesimista, de nuestro tiempo radica en el desgaste, el el rozamiento, en la despreocupación por entender el sentido de las palabras que utilizamos e, incluso, en la manipulación más o menos consciente de las palabras ya vacías, que ponemos en circulación. Creo que, como en la época de los sofistas, necesitamos algo parecido a la revolución del lenguaje que su crítica y su inconformismo provocaron. Los sofistas descubrieron que se llega al alma, a la mente de los hombres, con la palabra, con el logos . Precisamente su vuelta a las palabras, a no aceptar comportamientos, hechuras ideológicas asentadas en un lenguaje asumido sin reflexión, fue un momento decisivo en la lucha por la racionalidad. Para ello llevaron a cabo tres rupturas, por así decir: una ruptura de las palabras al cl

Beneficios extraordinarios

Cuando por un aumento en la demanda efectiva, el precio de mercado de alguna mercancía en particular asciende muy por encima de su precio natural, aquellos que emplean sus capitales para ofertarla en el mercado se cuidan en general de ocultar ese cambio. Si fuera conocido por todo el mundo, sus abultados beneficios tentarían a tantos nuevos rivales a invertir sus capitales de la misma forma que, al quedar la demanda efectiva plenamente satisfecha, el precio de mercado caería pronto hasta el precio natural, e incluso durante algún tiempo por debajo del mismo. Si el mercado está situado a una gran distancia de las residencias de quienes lo suministran, puede que ellos sean capaces de mantener el secreto durante varios años, y durante todo ese tiempo disfrutar de sus beneficios extraordinarios sin ningún nuevo competidor. Hay que reconocer, no obstante, que es muy difícil conservar durante bastante tiempo secretos de esa índole; y los beneficios extraordinarios no pueden durar más que has

Infeliz intoxicación

El hombre dividido y enfrentado a sí mismo busca excitación y distracción; le atraen las pasiones fuertes, pero no por razones sólidas sino porque de momento le sacan fuera de sí mismo y le evitan la dolorosa necesidad de pensar. Para él, toda pasión es una forma de intoxicación, y como no es capaz de concebir la felicidad fundamental, le parece que la única manera de aliviar el dolor es la intoxicación. Sin embargo, este es un síntoma de una enfermedad muy arraigada. Cuando esta enfermedad no existe, la mayor felicidad se deriva del completo dominio de las propias facultades. (...) La felicidad que requiere intoxicación, sea del tipo que sea, es espuria y no satisface. La felicidad auténticamente satisfactoria va acompañada del pleno ejercicio de nuestras facultades y de la plena comprensión del mundo en que vivimos. [La conquista de la felicidad] Bertrand Russell .

Acostumbrados a no razonar

No se resigne a ser una criatura vacilante, que oscila entre la razón y las tonterías infantiles. No tenga miedo de ser irreverente con el recuerdo de los que controlaron su infancia. Entonces le parecieron fuertes y sabios porque usted era débil e ignorante; ahora que ya no es ninguna de las dos cosas, le corresponde examinar su aparente fuerza y sabiduría, considerar si merecen esa reverencia que, por la fuerza de la costumbre, todavía les concede. Pregúntese seriamente si el mundo ha mejorado gracias a la enseñanza moral que tradicionalmente se da a la juventud. Considere la cantidad de pura superstición que contribuye a la formación del hombre convencionalmente virtuoso y piense que, mientras se nos trataba de proteger contra toda clase de peligros morales imaginarios a base de prohibiciones increíblemente estúpidas, prácticamente ni se mencionaban los verdaderos peligros morales a los que se expone un adulto. [La conquista de la felicidad] Bertrand Russell

Triste

Nada me dice hoy, a pesar de ser árbol, y árbol puesto por mí. Un árbol cualquiera que por primera vez acariciamos, nos llena, Platero, de sentido el corazón. Un árbol que hemos amado tanto, que tanto hemos conocido, no nos dice nada vuelto a ver, Platero. Es triste; mas es inútil decir más. No, no puedo mirar ya en esta fusión de la acacia y el ocaso, mi lira colgada. La rama graciosa no me trae el verso, ni la iluminación interna de la copa el pensamiento. Y aquí, a donde tantas veces vine de la vida, con una ilusión de soledad musical, fresca y olorosa, estoy mal, y tengo frío, y quiero irme, como entonces del casino, de la botica o del teatro, Platero. [Platero y yo] Juan Ramón Jiménez.

Tedioso y diáfano

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Siempre estoy dispuesto a correr el riesgo de parecer tedioso si con ello garantizo que soy diáfano; pero aún después de todos mis esfuerzos en ser claro, todavía podrá permanecer alguna oscuridad en un asunto que es por su propia naturaleza extremadamente abstracto. [La riqueza de las naciones] Adam Smith

Sentido común

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Se ríen de mí por ser distinto, yo me río de todos por ser iguales. Kurt Cobain

Ni miento ni me arrepiento

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Ni miento ni me arrepiento, ni digo ni me desdigo, ni estoy triste ni contento, ni reclamo ni consiento, ni fío ni desconfío: ni bien vivo, ni bien muero, ni soy ajeno, ni mío, ni me venzo, ni porfío, ni espero, ni desespero. Conmigo solo contiendo en una fuerte contienda, y no me hallo quien me entienda, ni yo tampoco me entiendo. Entiendo y sé lo que quiero, mas no entiendo lo que quiera quien quiere siempre que muera sin querer creer que muero. [Glosas del mote] Jorge Manrique.

¿Serás, amor...?

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¿Serás, amor un largo adiós que no se acaba? Vivir, desde el principio, es separarse. En el mismo encuentro con la luz, con los labios, el corazón percibe la congoja de tener que estar ciego y solo un día. Amor es el retraso milagroso de su término mismo: es prolongar el hecho mágico, de que uno y uno sean dos, en contra de la primer condena de la vida. Con los besos, con la pena y el pecho se conquistan, en afanosas lides, entre gozos parecidos a juegos, días, tierras, espacios fabulosos, a la gran disyunción que está esperando, hermana de la muerte o muerte misma. Cada beso perfecto aparta el tiempo, le echa hacia atrás, ensancha el mundo breve donde puede besarse todavía. Ni en el lugar, ni en el hallazgo tiene el amor su cima: es en la resistencia a separarse en donde se le siente, desnudo altísimo, temblando. Y la separación no es el momento cuando brazos, o voces, se despiden con señas materiales. Es de ant

Ella

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¿No la conocéis? Entonces imaginadla, soñadla. ¿Quién será capaz de hacer el retrato de la amada? Yo sólo podría hablaros vagamente de su lánguida figura, de su aureola triste, profunda y romántica. Os diría que sus trenzas rizadas sobre la espalda son tan negras que iluminan en la noche. Que cuando anda no parece que se apoya, flota, navega, resbala... Os hablaría de un gesto muy suyo..., de sus palabras, a la vez desdén y mimo, a un tiempo reproche y lágrimas, distantes como en un éxtasis, como en un beso cercanas... Pero no: cerrad los ojos, imaginadla, soñadla, reflejada en el cambiante espejo de vuestra alma. [Romancero de la novia] Gerardo Diego .

Para quién escribo (I)

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¿Para quién escribo?, me preguntaba el cronista, el periodista o simplemente el curioso. No escribo para el señor de la estirada chaqueta, ni para su bigote enfadado, ni siquiera para su alzado índice admonitorio entre las tristes ondas de música. Tampoco para el carruaje, ni para su ocultada señora (entre vidrios, como un rayo frío , el brillo de los impertinentes). Escribo acaso para los que no me leen. Esa mujer que corre por la calle como si fuera a abrir las puertas de la aurora. O ese viejo que se duerme en el banco de esa plaza chiquita, mientras el sol poniente con amor le toma, le rodea y le deslíe suavemente en sus luces. Para todos los que no me lean, los que no se cuidan de mí, pero de mí se cuidan (aunque me ignoren). Esa niña que al pasar me mira, compañera de mi aventura, viviendo en el mundo. Y esa vieja que sentada a su puerta ha visto vida, paridora de muchas vidas, y manos cansadas. Escribo para el enamorado; para el que pasó con su angustia en lo

Volverán las oscuras golondrinas...

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Volverán las oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar, y otra vez con el ala a sus cristales jugando llamarán. Pero aquellas que el vuelo refrenaban tu hermosura y mi dicha a contemplar, aquellas que aprendieron nuestros nombres... ¡esas... no volverán! Volverán las tupidas madreselvas de tu jardín las tapias a escalar, y otra vez a la tarde aún más hermosas sus flores se abrirán. Pero aquellas, cuajadas de rocío cuyas gotas mirábamos temblar y caer como lágrimas del día... ¡esas... no volverán! Volverán del amor en tus oídos las palabras ardientes a sonar; tu corazón de su profundo sueño tal vez despertará. Pero mudo y absorto y de rodillas como se adora a Dios ante su altar, como yo te he querido...; desengáñate , ¡así... no te querrán! [Rimas] Gustavo Adolfo Bécquer .

La boca

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Boca que arrastra mi boca: boca que me has arrastrado: boca que vienes de lejos a iluminarme de rayos. Alba que das a mis noches un resplandor rojo y blanco. Boca poblada de bocas: pájaro lleno de pájaros. Canción que vuelve las alas hacia arriba y hacia abajo. Muerte reducida a besos, a sed de morir despacio, das a la grana sangrante dos lúcidos aletazos. El labio de arriba el cielo y la tierra el otro labio. Beso que rueda en la sombra: beso que viene rodando desde el primer cementerio hasta los últimos astros. Astro que tiene tu boca enmudecido y cerrado, hasta que un roce celeste hace que vibren sus párpados. Beso que va a un porvenir de muchachas y muchachos, que no dejarán desiertos ni las calles ni los campos. ¡Cuántas bocas enterradas, sin boca, desenterramos! Bebo en tu boca por ellos, brindo en tu boca por tantos que cayeron sobre el vino de los amorosos vasos. Hoy son recuerdos. Recuerdos. Besos distante

Vida de Artista

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Te encontré por casualidad aquí o allí, qué más da, seguro que lo recuerdas. Apenas sin conocernos nos amamos, e incluso si no fue verdad mejor pensar que fue así . Yo te dí cuanto tenía , te dí el cantar soñando el mundo que yo no viva, y tú eras feliz en mi bohemia. Con veinte años creías que se puede vivir del aire, ahora ya no piensas lo mismo. Ese apretado fin de mes que desde que estamos juntos lo vivimos siete días por semana, y no tener ni para el cine, y el éxito que no acaba de llegar, y la nevera vacía. Ya ves que no me olvido de nada es un balance triste hasta llorar que confirma nuestro fracaso. Aún te quedan por vivir hermosos días, aprovéchalos amor, mi pobre amor, los buenos años pasan enseguida. Y ahora que te vas, los dos envejeceremos el uno sin el otro, qué tristeza. Tú puedes llevarte los discos , yo me quedaré con el piano, seguiré mi vida de artista, esta vida de artista . Algún día, sin saber muy bien por qué cualquier

Si mis manos pudieran deshojar

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Yo pronuncio tu nombre   en las noches oscuras,   cuando vienen los astros   a beber en la luna   y duermen los ramajes   de las frondas ocultas.   Y yo me siento hueco   de pasión y de música.   Loco reloj que canta   muertas horas antiguas. Yo pronuncio tu nombre,   en esta noche oscura,   y tu nombre me suena   más lejano que nunca.   Más lejano que todas las estrellas   y más doliente que la mansa lluvia. ¿Te querré como entonces alguna vez?  ¿Qué culpa tiene mi corazón?   Si la niebla se esfuma,   ¿qué otra pasión me espera?   ¿Será tranquila y pura?   ¡¡Si mis dedos pudieran   deshojar a la luna!! [Antología poética] Federico García Lorca .